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Adolescentes enganchados al cannabis.

 Este es el título de un artículo que he leído recientemente en el país. En él se menciona las conclusiones de nuevos estudios sobre los efectos neuro-psicológicos de su consumo, y de uno de sus componentes componentes, el tetrahidrocannabinol (THC) . También se recogen opiniones de psicólogos y psiquiatras sobre el tema.  
 Sin entrar en el debate sobre su legalización o no, pero respetando siempre la libertad individual sobre el consumo de ésta y cualquier sustancia, el artículo señala varios puntos muy interesantes que, como padres o educadores, pueden darnos pistas sobre como actuar si nos enfrentamos a alguno de estos argumentos, irracionales en muchos casos.
                 
                       “El THC en una sustancia natural, y es mejor que el tabaco o el alcohol”.
  •   Sí, el THC es una sustancia natural, pero también lo son las setas venenosas y no te las comes.

                       “Me relaja y puedo enfrentarme mejor a mis problemas”.
  •  Por partes. Puede relajarte tanto que incluso pueda llevarte al síndrome amotivacional: Que te quite las ganas de realizar otras actividades con las que antes disfrutabas, y que repercuta también en el rendimiento académico.
  • Además el efecto de relajación se produce justo después del consumo. En las horas previas al consumo puede aparecer ansiedad, conductas agresivas e incluso búsqueda de dinero de forma desesperada para poder conseguir la sustancia. Lo típico del mono vamos…
                       “Yo me lo cultivo y sé lo que le me estoy fumando”.
  • EL THC es una de las sustancias psicoactivas que contienen los porros, pero no la única. Hay más de 500 componentes que no se saben a ciencia cierta como afectan al cerebro. 
                      “Por un peta a la semana que me fume no me va a pasar nada”
  • Puede que sí. O puede que no. Es jugar a la ruleta rusa. Nunca podremos saber si el siguiente porro que nos vamos a meter puede ser el que me va a desencadenar una psicosis o cualquier otra enfermedad mental. De hecho, en mi labor como psicólogo en asociaciones de enfermos mentales (con esquizofrenia mayoritariamente), muchos de los pacientes me señalaron que empezaron a sentirse enfermos después de un periodo de consumo de porros, cannabis o “maría” en la adolescencia. Y lo peor es que en muchos casos no hay vuelta atrás.
                      “Pero si se lo dan a los enfermos con dolor para que se encuentren mejor ¿Como va a ser malo?”
  • Sí. Su uso como analgésico está aprobado en determinados casos. Pero las dosis de THC están controladas médicamente, en función del dolor, del peso, de la tolerancia… Y además sólo recetan THC, no esas 500 sustancias de más que te metes en un porro y que no se sabe como van a afectarte. 
 
 Hay que tener en cuenta que muchas de estas ideas irracionales están difundidas por aquellas personas que comercian con la sustancia  y que están más interesadas en que se consuma para poder así mantener su nivel de vida.
 
Sergio Candela Espinosa. Avanza Psicologia. 

 

http://elpais.com/elpais/2016/04/11/actualidad/1460359386_965704.html